martes, febrero 22, 2005

Es mejor ser el hombre yoyó que el hombre tutú

(Léase con la voz de Félix Rodríguez de la Fuente)

Empieza otra vez el curso y el hombre yoyó, sorprendido en la parte más baja de su recorrido, se dispone a enfrentar los viejos desafíos con una mirada renovada. Muy tiesecito se sienta en su butaca, rotula con su mejor letra los nombres de sus nuevas asignaturas, imprime con el ordenador diez copias de sus horarios y añade una carga más al depósito de su portaminas.

Pero la última campaña ha sido catastrófica ¿Qué pasa con las batallas perdidas? ¿Qué hacemos con los muertos? Los suspensos se embalsaman cuidadosamente, como venerables faraones, y se envían a la estantería-pirámide de las “asignaturas pendientes”. No hay funeral ni cortejo fúnebre porque, por una vez, la vida después de la muerte es un hecho contrastado: la resurrección llegará en julio, a fecha preestablecida.

Esta vez sí, el hombre yoyó está convencido de que todo saldrá bien. El gesto de su cara parece sacado de un libro de autoayuda: “cada día es una nueva vida para el hombre sabio”. Al final va a resultar que el viejo Dale Carnegie tenía razón. Después de todo, el mundo no es tan complicado como creíamos. El verano asoma prometiendo sol y playa, y en la radio suena “I’ll be there for you”.

Lástima que un pensamiento, sin mayor importancia, se haya colado entre los poros de su optimismo. Una aguda vocecilla que le dice: “¡Eres el hombre yoyó! ¡Eres el hombre yoyó!”. Así que el pobre hombre yoyó no tiene más remedio que preguntarse si aún hay alguien dándole impulso, o si éste último rebote solo es fruto de una inercia que se agota.

(Porcentaje de realidad: 95%)

P.D. Perdonad por tardar tanto. Me he pasado unos días con la desesperante sensación de haber dicho ya cuanto tenía que decir en este mundo. Por suerte (para mí) o por desgracia (para el resto), ya se me ha pasado. Le cambié el cromo del mutismo por el de la decepción existencial a un niño en el patio del colegio. Os aseguro que estoy intentando dejar este maldito vicio de la autocompasión, pero cuesta un huevo. Y escribir posts autodestructivos no ayuda demasiado… En fin, me pondré a dieta de ajo y agua y a esperar tiempos mejores.