jueves, febrero 03, 2005

La nota del nota

Esta tarde tengo examen y ya me ha capturado “la sensación”. Pobre de mí, que iluso soy, pensé que esta vez me escaparía… Pero es imposible. Llegan los exámenes y, con ellos, los achuchones en el estómago, el frío en las sienes, la boca seca y la desorientación absoluta.

Hace tiempo me presenté a un examen que resultó tener un solo ejercicio, y que no sabía ni como empezar. Pensé en entregarlo en blanco y marcharme hecho polvo, pero luego me dije que aquella era una oportunidad única para hacer literatura: ¡podía escribir un relato en el estado de trance en el que entramos los telecos durante los exámenes! Era más o menos como escribir desde una tabla de náufrago perdida en el océano, desde un campo de concentración o desde el interior de una tumba en la que me hubieran enterrado vivo (creo que debería hablar con un psicólogo de esto, sí…).

Me tiré una hora escribiendo. El profesor que se paseaba entre las mesas me miraba desconfiado. Y los compañeros de alrededor, inconscientes de mi sacrificio académico en favor del arte, se morían de envidia ante el fervoroso movimiento de mi bolígrafo. Me fui del examen muy orgulloso, seguro de haber dado un paso más en el lento avanzar cultural de la humanidad. No es que yo sea presuntuoso. Lo que ocurre es que, mientras dura el trance, todo lo que haces te parece fantástico. ¡Mmm, que bien escribo! ¡Mmm, que listo soy! ¡Mmm, que bien aparco el coche!

Cuando llegué al coche, después del examen, me encontré una nota en el parabrisas que decía:

“¿Eres gilipollas? ¡Medio aparcamiento vacío y casi me das! A menos que seas una tía, en cuyo caso lo entiendo todo”

Tras romper la nota del parabrisas, entré en el coche y volví a leer mi relato. Me pareció una idiotez. En un arrebato de furia cogí los folios que había escrito, los rompí y los tiré a la basura.

Ahora me arrepiento de haber destruido el original de aquel ejercicio maravilloso de literatura, tan expresivo, tan profundo, tan representativo de la mente de un teleco en el momento más traumático de su existencia…

¡Y todo resumido en una nota de veintiuna palabras!

(Porcentaje de realidad: 95 %)

P.D. Genial, no hay Internet, otra vez… Bueno, lo colgaré esta tarde.