sábado, enero 22, 2005

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Cuentan que el escritor A. S. Littlesand envió, cuando aun era un desconocido de veinte años, un relato a Paul Johnson, editor de la revista “Beyond”. Esta revista, una de las más prestigiosas y elitistas hoy en día, publicaba por aquel entonces relatos de escritores no profesionales en una sección llamada “El cuento de las mil palabras”.

Johnson leyó el relato de Littlesand, titulado “La vida no merece la pena”, y quedó fascinado. A los pocos días envío la siguiente carta al autor:

Estimado Sr. A. S. Littlesand,

Recibimos su relato “La vida no merece la pena” a fecha de…, y debo decirle, siendo franco, que nos hemos visto gratamente sorprendidos, tanto por su calidad como por la originalidad del planteamiento. Nos sentiremos muy honrados de publicarlo en el siguiente número de nuestra revista, así como de incluirlo en la antología que probablemente salga a finales del próximo mes de marzo.

A pesar de que la obra nos ha parecido impecable, nos vemos obligados a comunicarle que será necesario un pequeño cambio. Una de las condiciones de la sección es que los relatos publicados ocupen exactamente mil palabras, mientras que el suyo consta de mil una. La diferencia, tan minúscula en apariencia, es para nosotros de gran importancia. Hemos cumplido rigurosamente la norma de las mil palabras desde el primer número, hace ya más de veinticuatro años, habiéndose convertido este detalle en uno de los sellos distintivos de la publicación. Normalmente nos encargamos nosotros mismos de estirar o truncar los relatos que no se ajustan perfectamente a la medida pero, en este caso y por respeto a la calidad de su obra, hemos preferido pedirle a usted que se encargue personalmente del recorte. Remitimos, junto a esta carta, una copia del original que nos envió, para que indique sobre él, si así lo desea, los cambios pertinentes.

Atentamente,

Paul Johnson

La respuesta de Littlesand se hizo esperar. Pasaban las semanas, y Johnson estaba a punto de enviarle una nueva carta, cuando recibió por fin una contestación. Era un sobre pequeño, en cuyo interior solo había un trozo arrancado de la primera página del relato, con la frase:

La vida (no) merece la pena

Debajo, escrito a mano, habían añadido: “No se me ocurrió otra forma de modificar menos el original”.

(Porcentaje de realidad: 0%)