jueves, noviembre 18, 2004

Green Suede Sweater

Tengo un jersey que es como un disfraz de peluche. Parece fabricado en moqueta –una moqueta suave-, o en toalla. Es un problema porque, a veces, cuando voy al servicio en un restaurante o en el cine, la gente se confunde. Me ocurre a menudo, es muy gracioso: Veo a un señor acercarse despacio, mirando hacia abajo. Viene muy pendiente de sus manos chorreantes, y de las gotas con doble sentido que le cayeron en los pantalones al lavarse. Tan ensimismado camina, que ve mi jersey y empieza a secarse tranquilamente, convencido de que ha encontrado la toalla. Yo lo comprendo, porque mi jersey seca como nadie pero, ¡queda tan ridículo!

Antes, para evitarlo, me ponía a soplar al verles llegar. Entonces me confundían con un aparato de secado por aire y dejaban en paz mi jersey. Era una buena idea cuando mi capacidad pulmonar daba para secarles las manos de una sola vez pero, desde que empecé a hacer menos ejercicio, se convirtió en un problema. Me tenía que detener a la mitad para coger aire y ellos, impacientes, se apresuraban a darme un golpe en la nariz con la base de la mano para que siguiera soplando. En ese momento se daban cuenta de que yo no era un secador, y me pedían disculpas, pero claro, el daño ya estaba hecho.

No obstante, no renuncio a mi jersey. Tiene sus ventajas. A veces puede solucionar algún contratiempo. El otro día, en el cine, una amiga tenía problemas con sus gafas. Las llevaba empañadas y no conseguía limpiarlas.

-¡No te preocupes! –intervine yo muy ufano-. Tengo la solución.

Tomé sus gafas, las vaporicé cariñosamente, y me puse a frotarlas con el milagroso tejido de mi jersey. Yo mismo me sorprendí del resultado. Quedaron tan limpias y transparentes que temí haberles arrancado los cristales. Se las devolví muy satisfecho y ella se apresuró a probarlas. Entonces me miró y abrió los ojos como platos. Me pareció muy sorprendía. Después se echó a reír y se le arquearon las cejas, como si hubiera visto una de esas postales de un mono fumándose un puro, con una gorra hacia atrás.

“¿De qué se ríe?” pensé entonces, pero luego me dije: “Claro… Le limpiaste tan bien las gafas que te vio los pensamientos”.

(Porcentaje de realidad: 50%)