martes, noviembre 16, 2004

Lo breve, si es bueno, dos veces breve

No hay agua. Se fue ayer noche y aún no ha vuelto, la muy borracha. Voy al baño. La cisterna está vacía, algún imbécil ha tirado de la cadena. Creo que fui yo. No lo pude evitar, estaba demasiado prohibido. Qué asco... Tantos milenios de civilización para esto. El water es un paso atrás respecto al árbol. ¡Tanta tecnología, tanta era espacial, tanta new age y tanta chorrada, y hoy no puedo ni, ni, ni...! En fin, no nos pongamos escatológicos.

Algo bueno ha tenido todo esto. Me ha hecho preguntarme: ¿puedo escribir acerca de mis problemas de WC en el blog? Me obligó a plantearme algo que llevaba esquivando mucho tiempo: No siempre podré escribir todo lo que se me pasa por la cabeza.

¿Que por qué? Pues hay ideas que son aburridas, otras que nunca sabré escribir, algunas que son bastante vulgares, y muchas que delatarían los primitivos deseos que gobiernan cada uno de mis días. Bueno, y también está ese gran conjunto: las que me avergüenzan.

Pero lo peor de todo no es eso. Lo peor no son las que no escribo porque no quiero, sino las que se quedaron en la recámara porque ni las vi. Los que nos gusta escribir, solemos andar por ahí convirtiendo en palabras, dentro de nuestra propia cabeza, todas las tontadas que nos cruzan las neuronas. A veces nos creemos la mar de eficientes, pero no es cierto. De vez en cuando, uno atisba, como de reojo, todas esas microideas que le cruzan la cabeza, y que jamás llegaron a tomar forma de palabra. Son historias diminutas. No se pueden escribir, de tan breves que son. Si uno resolviera la regla de tres:

"Un pensamiento de Neruda es a un verso como mi idea es a x".

Probablemente le saldría que x es igual a un tercio de palabra, o incluso menos. ¿Cómo expresar una idea cuando no contiene información suficiente para llenar una sola palabra? Si intentas escribir una de esas microhistorias, te saldrá inflada. Por poco que escribas, parecerá que sobra casi todo.

"Hoy, al darme las vueltas, me pareció que la chica que vende el pan me acariciaba a propósito las manos con el dorso de sus dedos."

¿Lo ves? Noventa y nueve por ciento de palabras vacías. Precisión, amigo mío, es un asunto de precisión y volumen. Hay demasiadas microideas, millones al día, y son tan diminutas... Nos perdimos nuestra mejor literatura por culpa de su maravillosa brevedad.

P.D. (salió hoy por la radio) Mensaje enviado a un móvil: La policía ha encontrado un cadáver obeso, de corta estatura, complexión débil y pene diminuto. Llámame para saber que estás bien.

(Porcentaje de realidad: 98%)