viernes, noviembre 05, 2004

Sucedáneo de calor

¿Se acabó el verano?

Los que habían venido de vacaciones se marcharon, y los hoteles quedaron vacíos. Dejaron de poner los colchones en las hamacas de la playa, cerraron los chiringuitos, salieron los anuncios de "la vuelta al cole" y se acabó el gran Prix... Pero mi verano aún duraba. Me quedaba un as en la manga.

Luego empezaron las clases, las colas en las papelerías, la gala de otoño en antena 3 y los cocidos de garbanzos al mediodía... Pero yo me decía ufano: “¡aún no, aún no! No podréis conmigo. ¡Me queda un arma secreta!”

Poco después, cambiaron la hora y me quitaron el sol de las siete. Dejamos de sentarnos en la terraza de la tetería y empezamos a llevar un jersey colgado del brazo, por si refrescaba. “¡Ya empieza a hacer frío!”, escuchaba de vez en cuando. Pero yo me limitaba a asentir con una sonrisilla.

Ayer entré en mi cuarto por la mañana y me puse a estudiar. Tenía mucho frío, y escuché la voz de la Calefacción, por primera vez en este año:

-¿Es por mí, verdad? –me preguntó burlona.

Yo, temblando sobre las integrales, intenté responderle con indiferencia.

-No sé a qué te refieres –le dije sin mirarla.

-Es por mí, ¿a que sí? –insistió-. Crees que, mientras no me enciendas, aún será verano, ¿no es cierto?

No pude contestarle. Intenté taparme la cara con la mano, para que no me viera asentir con la mirada.

-No merece la pena –continuó el aparato-. Lo estás pasando mal. Te estoy viendo temblar como un cachorrillo. Ven aquí, yo te cuidaré, solo tienes que pulsar un botón.

Yo me levanté de golpe, con determinación, y grité:

-¡No, no, no! ¡Aún es verano!

-Eso no es cierto. ¡Mira por la venta, observa la calle! Hace viento, la gente va abrigada. ¡Hasta está lloviendo un poco! Ya pronto empezarán los anuncios de juguetes y los ensayos para la cabalgata.

-¡Pero yo quiero que sea verano! –lloriqueé.

La calefacción me dedicó una sonrisa maternal.

-Ven aquí, enciéndeme, no tengas miedo. Fabricaremos nuestro propio verano.

Ahora que la he encendido, ha dejado de molestarme. Desde que esa voz susurrante se interrumpió, he vuelto a pensar con claridad. El ambiente está caldeado, pero no es un calor de verdad. Solo es un sucedáneo de calor.

Aún me duran las integrales. Me refugio en ellas para no tener que reconocer mi poca voluntad. Me dejé convencer por un triste electrodoméstico… Con cuidado de que no me vea, me acomodo un poco el pantalón y sonrío. Esta mañana me he puesto el bañador por debajo.

(Porcentaje de realidad: 20%)