miércoles, mayo 11, 2005

Constantes

Algunas cosas nunca fueron mejores, y nunca lo serán. Tampoco fueron peores. No hay nada de malo en ello, aunque me cueste tanto aceptarlo. No todo tiene por qué ser variable. En realidad, las constantes son la parte más sencilla en todas las ecuaciones.

Supongo que el verdadero problema consiste en qué nadie sabe cuales son las constantes de su vida. Es fácil sentarse en el velatorio de alguien y decir: “Qué lástima, nunca aprendió el inglés, con la ilusión que le hacía”. Pero lo realmente interesante habría sido acercarse un día a su colegio, allá por los años 50, buscarlo entre la chiquillería, sentarle en un taburete y decirle:

-Muy buenas tardes, José Luis. Cumplió usted doce años el mes pasado, ¿no es cierto? Le hemos llamado porque acabamos de echar un vistazo al día de su defunción y hemos comprobado que morirá usted sin saber inglés.

Tiempo, dinero, esfuerzo y frustración… sobre todo frustración. El ahorro sería incalculable. El “no inglés” se mostraría tal como es: una constante en la vida de José Luis, una variable menos en el intrincado sistema de ecuaciones que significa su vida. Y no hay nada de malo en ello.

Ojalá se me acercara alguien esta tarde y me dijera:

-Alberto campeón, hemos estudiado tu vida hasta el final y en ningún instante hemos visto que tuvieras abdominales. Eres un tipo “no abdominales”, y pensamos que es mejor que lo sepas ahora. Así que deja de doblarte como una lombriz en el gimnasio. Cuando vayas a la playa, quítate la camiseta desde mayo, porque no conseguirás los abdominales para julio. Y sobre todo, criatura, no te compres pantalones que te aprieten.

(Porcentaje de realidad: 50%)