Malentendidos mal entendidos
Ayer me contaron una historia de Hollywood. No recuerdo los actores y, por las pistas que tengo, no soy capaz de encontrarlos en Internet. Al parecer, cierto director de prestigio, envió, en una ocasión, un sobre cerrado a una actriz que había sido su amante. El sobre contenía un contundente mensaje:
"Si aceptas antes de las doce de mañana, me casaré contigo. En otro caso, me casaré con otra a esa misma hora"
Sí, ¡están locos estos artistas! Lo que ocurrió fue que la actriz (¿era Bette Davis?) pensó que la carta no era importante y no la abrió de momento. La dejó sobre la mesita del salón, mientras se preparaba una infusión, o una mascarilla de pepino, vete a saber tú. Al día siguiente, se enteró del matrimonio del director por los periódicos. Abrió la carta entonces, la leyó y dijo "sí, quiero". Pero claro, ya era tarde. Pobrecilla.
Últimamente empiezo a pensar que la vida funciona a costa de malentendidos. Es como si andáramos todos con un vaso lleno de agua hasta el borde. Tenemos que caminar muy despacio, temblorosos, con mucho cuidado de que no se nos caiga una sola gota, para no mojar el suelo. Entonces alguien dice algo en el momento equivocado, en un contexto confuso, algo como: "Puse un cubito, no te preocupes". Esa frase se refería al cubito de starlux que echó en la comida, pero claro... El que lo oye, agobiado por su vaso rebosante, entiende lo que quiere entender. Entiende: "Te puse un cubo bajo la mano, ya no tienes que preocuparte por tu vaso, no importa que se te caiga el agua, no mojarás las baldosas". Y aliviado, el pobre relaja la mano, y deja que chorree el agua por sus dedos. Lo peor es que la sensación es tan agradable que pierde el control, empieza a bailar, vuelca el vaso, lo sacude, hasta que no queda ni una gota.
- Déjame que te haga una pregunta -dice entonces el otro-. Es una pregunta al aire, como tantas otras que te hago, no te vayas a asustar pero... ¿Por qué volcaste tu vaso cuando te dije lo del starlux?
Entonces el loco del vaso vacío mira al suelo, y ve el agua esparcida en todas direcciones. Comprende por primera vez que no había nada debajo para contener su agua. Se equivocó en el peor momento y empapó el suelo, como un niño pequeño. "De repente soy el único que no tiene agua en este mundo de secretos" piensa... Siente entonces una vergüenza horrible, y se acuerda de ese sueño en el que apareció desnudo en mitad de la calle... Se siente desarmado, frágil como el cristal de las bolas de Navidad. Le dan ganas de arrojar el vaso contra una pared y romperlo en mil pedazos.
Por suerte, al final se da cuenta de que el suelo se puede fregar y de que, además, con el vaso vacío se camina más tranquilo.
¿Habéis visto ese anuncio de móviles nuevo de la tele? Es uno en el que dos amigos están en un piso y, uno de ellos, para fastidiar al otro, le coge el móvil y le gasta una broma pesada, aprovechando que el otro ha ido a buscar unas cervezas. La broma consiste en enviar una imagen de un anillo de compromiso a la novia de su amigo, utilizando precisamente el teléfono que le ha sisado. Al cabo de un rato, el dueño del móvil recibe una llamada. Es su novia diciendo "sí quiero", y él le contesta "¿Qué si quieres qué? ¡Casarnos! ¡No! Pero no llores...".
Se supone que es un anuncio la mar de chistoso. Yo no termino de pillarle la gracia.
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