jueves, mayo 19, 2005

El tigre

Hoy, caminando por el Bulevar Louis Pasteur, he visto un cartel que anunciaba “el Gran Circo Mundial”. El papel estaba viejo y medio despegado, así que supongo que el circo andará ya por Rusia, o por China, o por Australia. Tenía dibujados tres o cuatro trapecistas diminutos, dos magos, un forzudo y la cara de ese payaso que sale en todos los carteles de circo (aunque yo jamás le he visto en ningún circo).

Pero sin duda, el protagonista del cartel era un gran tigre. Su enorme retrato, tristón y moteado, ocupaba el centro de la imagen. “¡El gran tigre Shadow!” rezaba al pie y, un poco más abajo, añadía:

“¡Posee la fuerza de un León!”

Pobre tigre Shadow… ¿Qué hay de malo en poseer la fuerza de un tigre?

No sé por qué insistimos tanto en adornar las cosas que no lo necesitan. En realidad, el Bulevar Luis Pasteur es una simple calle, y no creo que el gran Circo Mundial haya ido nunca más allá de Sierra Morena.

Tampoco puedo acusar a nadie, pues me considero a mi mismo el caso más dramático de esta patología: si veo diez, cuento veinte; digo “nunca” cuando debería decir “rara vez”; si estoy cansado, es el día más cansado de mi vida, y si tengo hambre, me muero de hambre. En lugar de decir algo, lo prometo. Y en mi caligrafía, las eles tienen la altura de cinco aes.

Voy a intentar curarme: nunca volveré a exagerar. Se lo debo al tigre.

(Porcentaje de realidad: 98%)